En esta ocasión, nos vamos “De rutas por” la provincia de Málaga por la Reserva Natural Laguna de Fuente de Piedra. Este sendero comienza en la zona denominada Los Juncares y transcurre rodeando el sector norte de la Laguna de Fuente de Piedra, en la zona de las desembocaduras de los arroyos Santillán y María Fernández y termina en la curva de la Vicaria donde existe un observatorio y un mirador.
Datos Técnicos:
- Trayecto: Lineal
- Longitud: 2,5 km (ida)
- Dificultad: Baja
- Track: rutas@derutasporlanaturaleza.es
- Tipo camino: Sendero
- Recomendaciones: Llevar agua potable y vestimenta y calzado adecuados. No abandonar basura. Evitar encender fuego. Respetar el entorno natural del camino. No molestar a las gentes del lugar.
El destino de las aguas continentales no siempre son los ríos que las conducen al mar. En ocasiones confluyen tierra adentro hacia cuencas cerradas (cuencas endorreicas), formando humedales cuya evaporación completará el ciclo de vida del agua. Ese es el origen de la Laguna de Fuente de Piedra que, con 1365 hectáreas extendidas entre campos de cereal y olivo, constituye uno de los complejos lagunares salinos más extensos de la Península Ibérica. Este espacio es de vital importancia para 170 especies de aves y es el más importante del Mediterráneo y África noroccidental para la reproducción del Flamenco común (Phoenicopterus roseus). Un enclave de especial relevancia ecológica, cultural, didáctica y científica.

El escaso relieve sobre el que se extiende la inmensa superficie de la Laguna de Fuente de Piedra da lugar a aguas poco profundas, muy expuestas al viento, con una fuerte salinidad y un marcado carácter estacional. Estas características, junto con el hecho de formar parte de una red que permite la conexión entre diferentes áreas naturales, la convierten en un verdadero oasis en medio de un paisaje humanizado que contribuye a la preservación, proliferación y dispersión de numerosas especies animales.

El sendero transcurre por el sector norte de la laguna, atraviesa la desembocadura de los arroyos de Santillán y Mari Fernández y finaliza en la Curva de la Vicaria, donde encontramos un observatorio y un mirador. El recorrido le permitirá conocer la laguna y su dinámica cambiante, distinguir diferentes hábitats y avistar multitud de aves de diversos ambientes: palustre, salino, estepario, etc.

La señal se encuentra en la zona conocida como Los Juncares, en las inmediaciones de una pasarela de madera rodeada de taraje y carrizo, por la que, literalmente, caminaremos sobre el humedal. Esta zona se inunda con el agua ya tratada procedente de la depuradora de Fuente de Piedra y con las aguas pluviales que circulan por el Laguneto del Pueblo. Buscando la cota más baja del terreno, el agua de Los Juncares se desliza por un antiguo canal hasta el vaso principal de la Laguna de Fuente de Piedra. La circulación del agua por este inmenso sistema de “vasos comunicantes” mejora su calidad, recupera el antiguo hábitat palustre de Los Juncares y nos permite disfrutar de Flamenco común (Phoenicopterus roseus, Ánade azulón (Anas platyrhynchos), agachadizas (Gallinago gallinago), Cigüeñuela común (Himantopus himantopus) y otras, muy cerca de nosotros.

Entre castañuelas, juncos y bosquetes de tarajes salimos de la pasarela para adentrarnos en un paisaje abierto, asimétrico y estepario. En realidad, se trata de dos paisajes separados por un muro, que se construyó en los años 70 para impedir que el agua de la laguna anegara los cultivos. Caminando sobre el propio muro, a la derecha nos quedarán los amarillos y verdes de una estepa cerealista uniforme y a la izquierda un paisaje más complejo, formado por un hábitat natural de especies halófilas como el almajo, la sosa y el omnipresente taraje, perfectamente adaptadas al estrés salino. Sobre el campo de cultivo distinguiremos una torre cubierta, una antigua construcción acondicionada para la nidificación de aves esteparias. En la actualidad, la utilizan lechuzas (Tyto alba) y Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) y se espera que en el futuro nidifique también el cernícalo primilla (Falco naumanni).

En quinientos metros, una fila de carrizos llamativamente altos delata la cercanía del arroyo de Santillán. Este arroyo es el principal afluente de la Laguna y suele llevar agua todo el año. Tras cruzar su desembocadura y rodeados por vegetación palustre, llegamos al arroyo Mari Fernández. Sus aguas vierten a la Laguna e inundan el sector próximo al sendero en años húmedos. En años secos y en las estaciones secas de años normales, funciona como una estepa. Algo similar ocurre en el resto de la Reserva Natural, en la que las variaciones climáticas anuales e interanuales transforman el paisaje de tal manera que determinan qué plantas y qué aves se pueden encontrar cada vez.

Esto convierte a Las Albinas en un sendero singular, camaleónico y polifacético que, como los múltiples diseños de un caleidoscopio, se transforma con las estaciones y el tipo de año. Podemos recorrer el sendero al borde mismo de una espléndida laguna de más de un metro y medio de profundidad en un momento dado, y en otro, encontrarnos ante la inmensidad de un saladar que se pierde en el horizonte.

Desde el arroyo nos encaminamos a la Curva de la Vicaria. El observatorio, que está en alto para mejorar la perspectiva y facilitar la observación de las aves, es lo primero que encontramos. Después, muy cerca, llegamos al mirador, donde una señal panorámica interpreta los elementos del paisaje. Justo detrás, en un espacio en plena curva entre el antiguo trazado de la carretera y el actual, se ha recuperado la vegetación mediterránea original (lentiscos, encinas, acebuches, etc.)

El fin de sendero lo encontramos a escasos metros, junto a una zona de aparcamiento. Para profundizar en los diferentes y valiosos hábitats que genera el relevo constante de animales y plantas, conocer los puntos estratégicos de observación.

Fotografías y vídeo: Propio
Texto adaptado