Manual de Montaña “LOS PELIGROS DE LA MONTAÑA”

8. – LOS PELIGROS DE LA MONTAÑA

8.1.- Introducción

8.2.- Peligros objetivos

– La Roca

– La Nieve

– Los Aludes

– Escala Europea de Riesgo de Avalanchas

– El mal tiempo

8.3.- Peligros subjetivos

8.1.- Introducción

Los peligros de la montaña pueden ser de dos tipos: Objetivos y Subjetivos

Los peligros objetivos son los que derivan de fenómenos de origen natural, (geofísicos, ambientales y meteorológicos), independientemente de la acción del hombre. Se consideran peligros objetivos, la caída de piedras, el derrumbamiento de cornisas de nieve o hielo, aludes, el desprendimiento de tierra, el mal tiempo, etc.

Los peligros subjetivos dependen exclusivamente del hombre y se producen como consecuencia de la mala preparación física o psíquica, por una errónea valoración de las dificultades, escaso conocimiento del terreno, equipo inadecuado, etc.

A los dos tipos citados se deben añadir los peligros subjetivos de origen objetivo, o sea, aquellos que, incluso teniendo como causa principal al sujeto, se han de atribuir a un origen objetivo. Son los peligros más comunes, como por ejemplo, los que se derivan de la inseguridad de un recorrido cuando el alpinista escala sin precaución, o bien cuando las consecuencias del mal tiempo pueden ser trágicas si el escalador no se retira a tiempo.

8.2.- Peligros objetivos

LA ROCA

DESPRENDIMIENTOS – Cuando la roca se desprende bajo el peso del escalador. Antes que se produzca “auscultar” bien las presas, no hacer esfuerzos bruscos, a ser posible, repartir el peso del cuerpo sobre varias presas.

CAIDAS DE PIEDRAS – Los propios alpinistas, el hielo, el deshielo, el viento o la lluvia pueden provocar caídas de piedras, generalmente la peor hora es aquella en la que el Sol recalienta las paredes, y éstas caídas son canalizadas por los corredores o canales. En consecuencia, es conveniente partir muy temprano y elegir bien el itinerario. En caso de caídas de piedras es preciso buscar enseguida cobijo, apoyándose en la pared o acurrucándose dentro de una fisura, protegiéndonos la cabeza con la mochila y teniendo los miembros recogidos. Una vez pasado el peligro, se debe verificar la integridad de la cuerda antes de continuar la escalada.

El uso del casco disminuye bastante las consecuencias fatales debidas a las caídas de piedras, por lo que se hace imprescindible siempre en la escalada, sea ésta en escuela o en grandes paredes.

LA NIEVE

LOS SÉRACS – Son bloques de hielo de grandes dimensiones que ocupan a veces zonas muy extensas del glaciar. Los séracs son el elemento más espectacular, pero también el más peligroso, debido a su inestabilidad. Si la vía pasa necesariamente entre séracs, la marcha debe efectuarse en cordada, con la máxima atención y evitando pasar entre bloques o pináculos muy amenazadores.

LOS CORREDORES o CANALES DE HIELO Y NIEVE – Son los medios naturales de transporte de material móvil que baja de las paredes que los flanquean y de la cima, en donde a menudo sobresale una cornisa. Ascendiendo por un corredor de nieve, es preciso alejarse de los surcos producidos por las piedras o las descargas de hielo. Si en la cima del corredor sobresale una cornisa, el recorrido es muy peligroso y conviene evitarlo, aunque sea preciso subir a lo largo de las rocas que delimitan el mismo.

LAS CORNISAS DE NIEVE o HIELO – El mayor peligro es el desprendimiento repentino de la cornisa que sobresale en el vacío. Tal suceso ocurre tanto a causa de la variación de la temperatura como por razones mecánicas.

El desprendimiento de una cornisa, es pues, difícil de preveer. En una arista de nieve es aconsejable avanzar siempre en la vertiente opuesta de aquella donde sobresale la cornisa, manteniendo una distancia de seguridad, que se encuentre por debajo del punto ideal de unión de las dos vertientes.

GRIETAS Y PUENTES DE NIEVE –

Las grietas pueden constituir, además de un peligro, un problema de superación que se debe resolver con la búsqueda del paso, con o sin puente de nieve. Las grietas más peligrosas son aquellas ocultas por una delgada capa de nieve o hielo. La mejor manera de proceder sobre hielo agrietado es con cuerda tensa, y aseguramiento del primero de cordada mientras explora el hielo con el piolet. Con frecuencia, la grieta escondida se distingue por una coloración más clara que la nieve.

LOS ALUDES

Un alud es una masa de nieve que se pone en movimiento bajo la acción de la gravedad y de una ruptura del equilibrio. Los hay de dos clases: aludes de superficie y aludes de fondo. Los primeros son los que deslizan sobre otra capa de nieve y los segundos sobre el lecho del manto (hierba, rocas, etc.). La formación de los aludes depende principalmente de la naturaleza del terreno (superficies lisas o terreno accidentado), el perfil del terreno, la naturaleza de la nieve y la temperatura

Principales tipos de aludes o avalanchas:

-Alud de nieve polvo – Es nieve seca, ligera y sin cohesión, se produce inmediatamente después de grandes nevadas o en los días sucesivos si el tiempo se mantiene frío y la nieve no se transforma. El peligro se mantiene más tiempo en las caras norte. Cuando cae tiene aspecto de aerosol, avanza a gran velocidad y forma frentes bastante amplios precedidos por una onda de choque por la compresión que genera la nube de polvo en el aire. Su principal peligro viene porque puede provocar asfixia, por penetración de la nieve en los bronquios y el impacto de la onda expansiva. Si no hay huída posible, la mejor solución consiste en volverse de espaldas y protegerse la nariz y boca.

-Alud de nieve fresca o húmeda – Es nieve pesada y húmeda debido al aumento de la temperatura que genera agua líquida y aumenta la lubricación y por tanto el deslizamiento sobre las capas inferiores. Son aludes lentos y muy pesados que no son muy peligrosos si se ven venir. Típicos de primavera, cuando las horas de insolación aumentan. Dejan un surco sobre la nieve y una acumulación amorfa cuando se paran. Su mayor peligro es el peso y si nos coge, se debe intentar permanecer en la superficie, nadando en la nieve y tratar de liberarse de ésta, antes de que se solidifique. Hay que evitar las canales o corredores pues es la ruta que suele elegir.

-Alud de placa – Están formados por placas de nieve que no transformó lo suficiente para cohesionarse con las capas inferiores. Estas placas son sonoras y suenan a hueco si se golpean, tienen una coloración mate, blanca o amarillenta y una consistencia apretada. Se provoca el alud por rotura de la placa no cohesionada debido a una sobrecarga (generalmente la suele provocar el escalador ó esquiador, al romper con su peso el equilibrio mecánico, ó por rotura de cornisas ó incluso golpes de viento). Dejan una cicatriz de salida muy marcada y acumulaciones de nieve en forma de bloques, señales que indican con claridad las condiciones de riesgo. Son bastante rápidos y los que causan más accidentes al provocarlos el propio alpinista. En caso de tener que cruzar por una de estas placas es conveniente pasar de uno en uno, mientras se asegura al que pasa. Se debe progresar por estos lugares siempre verticalmente, sin desplazamientos transversales u horizontales.

Alud de placa de viento – Como en el caso anterior son capas de nieve no unidas a las capas inferiores, se forman en las zonas a sotavento, generalmente debajo de cornisas, por arrastre y compresión de nieve (cuando veamos cornisas debemos suponer siempre la existencia de placas de viento). Son placas rígidas y quebradizas sin cohesión real y que suenan como huecas al pisarlas. Especialmente peligrosas cuando ascendemos por palas con salidas a aristas con cornisa.

Comportamiento en terrenos de avalanchas

En primer lugar evaluaremos el riesgo de alud, en base a los siguientes criterios:

– Información del estado de la nieve por los partes de riesgo de aludes con atención especial al nivel de riesgo (escala del nivel 1 al 5)

– Análisis de la morfología del terreno para localizar las zonas de mayor peligro (laderas de entre 30º y 45º de pendiente, pendientes convexas, grandes canales y valles estrechos entre grandes laderas, orientación de la ladera, tipo de base del manto nivoso –hierba, rocas, etc.-)

– Atención al viento dominante en los últimos días, localización de cornisas y posibles placas de viento

– Evolución de las temperaturas en los últimos días.

Y la conducta general a seguir en las zonas propicias a los aludes debe ser la siguiente:

– Avanzar por las crestas antes que por las laderas

– Pasar por la parte superior de las placas y no por debajo de ellas

– Seguir las orillas y no el fondo ó centro de los corredores o canales

– Ascender las vertientes en vertical y no en travesía

– Pasar de uno en uno si el tramo es pequeño, y muy separados si la distancia es grande, manteniendo la vigilancia sobre los compañeros por si se produce una avalancha

– Reunirse en lugares seguros, espolones rocosos, grandes bloques de roca, aristas…

– Ir abrigados con las vías respiratorias tapadas

– Todo el material que nos pueda impedir movimientos o aprisionar lo llevaremos lo más suelto posible.

– Saber o pensar lo que se va hacer en caso de que nos atrape alguno

Cómo reaccionar ante una avalancha

En caso de ser alcanzados por una avalancha y arrastrados por ella deberemos seguir unas pautas siempre que podamos:

– Intentar escapar en diagonal y si no es posible buscar refugio en piedras, árboles, etc.

– Tratar de ganar la orilla del alud, con movimientos natatorios e intentando emerger, sin perder el sentido de arriba y abajo

– Mantener las vías respiratorias cerradas, manteniendo la respiración todo lo que se pueda a fin de que el polvo de nieve no llegue a los pulmones

– Cuando notemos que el alud se empieza a detener intentaremos crear una cámara de aire delante de la boca y nos encogeremos para perder el menor calor posible

– Una vez parados intentaremos localizar la superficie y salir antes de la compactación de la nieve

– De vez en cuando gritaremos, por si nos oyen desde la superficie y sobre todo mantener la calma en todo momento

ESCALA EUROPEA DE RIESGO DE AVALANCHAS

1. RIESGO DÉBIL – El manto nivoso está estabilizado en la mayoría de las pendientes. La posibilidad de avalanchas se considerará tan sólo en caso de fuerte sobrecarga (por ejemplo: grupo de esquiadores), sobre alguna pendiente empinada. Únicamente pequeñas coladas podrían producirse de forma espontánea.

2. RIESGO LIMITADO – En algunas pendientes suficientemente empinadas, el manto nivoso sólo está moderadamente estabilizado. En el resto esta bien estabilizado. Las avalanchas son posibles en caso de fuerte sobrecarga (por ejemplo: grupo de esquiadores). No se esperan avalanchas espontáneas de gran tamaño.

3. RIESGO NOTABLE – En numerosas pendientes lo suficientemente empinadas, el manto nivoso está débil o moderadamente estabilizado. Las avalanchas pueden producirse incluso por sobrecarga débil (por ejemplo: alpinista o esquiador aislado), en numerosas pendientes. Son posibles algunos desencadenamientos espontáneos de tamaño mediano que en algún caso, pueden ser mayores.

4. RIESGO FUERTE – El manto nivoso está débilmente estabilizado en la mayoría de las pendientes empinadas. Las avalanchas pueden producirse incluso por sobrecarga débil (por ejemplo: alpinista o esquiador aislado), en numerosas pendientes. Cabe esperar desencadenamientos espontáneos de tamaño mediano que, en algún caso, pueden ser grandes.

5. RIESGO MUY FUERTE – Inestabilidad del manto nivoso generalizada. Se esperan numerosas y grandes avalanchas espontáneas, incluso en terreno poco inclinado.

EL MAL TIEMPO

LA TORMENTA – Es la acción combinada del viento, el frío, la lluvia, la niebla, la nieve y a veces, la borrasca y el rayo. Las huellas se cubren y es fácil desorientarse. Se debe reflexionar sin perder la calma, sin excitarse y con rapidez a fin de adoptar la decisión más conveniente en función de las circunstancias que nos rodean.

LA NIEBLA – Puede producirse incluso con buen tiempo, es más peligrosa en un glaciar que en la roca. A ser posible, conviene preverla y tomar las medidas oportunas (coger un rumbo con la brújula, localizar el camino adecuado, etc.). Siempre que se pueda, evitar desplazamientos por lugares poco conocidos o que no estén perfectamente señalados.

EL VIENTO CÁLIDO (EL FOEHN) – Ablanda la nieve, lo cuál, puede desencadenar aludes y volver frágiles los puentes de nieve. Hace la marcha muy fatigosa

EL VIENTO – Hace que le frío se vea aumentado en nuestra piel, en proporciones muy importantes, llegando a la congelación.

LA LLUVIA – Convierte la roca y el hielo en muy deslizantes. Es muy peligrosa en las escaladas de gran recorrido por aumentar considerablemente la dificultad de la misma.

LA NOCHE – No constituye verdaderamente un peligro, pero según las condiciones de frío, situación y fatiga, puede ocasionar accidentes. Es conveniente antes de que sea de noche, localizar el lugar donde se va a pernoctar, preparando un vivac o montando la tienda.

EL SOL – Provoca quemaduras en la piel y ojos, pudiendo ejercer también un efecto sobre el estado general: debilidad, laxitud, mareos, etc. Es conveniente protegerse con cremas, gorros, pañuelos, etc.

EL RAYO – Deben evitarse las cumbres, crestas, puntos elevados del terreno, chimeneas y regueros, árboles, rocas aisladas y paredes verticales. Si se tiene un poco de tiempo antes de que se desencadene la tempestad, se deberá descender lo más aprisa posible de la montaña y establecer la máxima distancia entre nosotros y las aristas expuestas, crestas o prominencias.

El lugar, a ser posible seco, en el que nos colocaremos en cunclillas, con las rodillas levantadas y los pies juntos, ha de tener como mínimo una distancia de 1 m. a la pared vertical. Se recomienda aislarse de la roca o el suelo por medio de cualquier material aislante disponible (cuerdas, ropa, mochila, etc.). También es más seguro encontrarse entre la nieve o el hielo que entre rocas. Una tartera de piedra que nos permita colocar los pies en ella también puede servirnos de aislante.

Cuando se trepa por una pared rocosa se debe tener un dispositivo de seguridad múltiple, dado que la cuerda puede romperse por caídas de piedras, rayos, etc. Nunca  hay que refugiarse bajo una roca aislada, a unos metros de distancia de ella el peligro de caída de un rayo disminuye casi en un 100%

8.3.- Peligros subjetivos

Están en la misma persona del alpinista. Pueden intervenir muchos factores: falta de entrenamiento, causa de la fatiga nerviosa y muscular, sobre todo al descenso; falta de conocimiento de la nieve y la roca; errores en el itinerario, retrasos; errores en la estimación de las condiciones, la dificultad de un paso o de una travesía; incapacidad técnica y física (querer hacer algo superior a las propias fuerzas y no renunciar a tiempo); distracción que origina el desequilibrio, el paso en falso; la nieve que se pega debajo de los crampones, zuecos; el pie mal colocado en un peldaño; el movimiento brusco para atrapar, por ejemplo, un pitón o material que se nos escapa; un equipo defectuoso o inadecuado para el recorrido que se efectúa, etc.

Contra los peligros subjetivos, es decir, contra sí mismo, no hay más que una regla: tener primero cabeza y luego músculos. El alpinismo exige medios físicos importantes: fuerza, elasticidad y resistencia, pero esto no servirá de nada si no se sabe utilizar con la cabeza.

Cuando tengamos que pedir auxilio ante un helicóptero que nos observa, nos situaremos de pie con los brazos en alto y abiertos en “V” y el cuerpo con las piernas juntas, tal y como se ve en el dibujo adjunto. En caso de no necesitar ayuda, el brazo izquierdo lo mantendremos abajo separado del cuerpo.

Otra forma de pedir auxilio es mediante una linterna o un pito, en este caso haremos la señal de SOS de acuerdo al código internacional, tres pitidos cortos, tres largos y otros tres cortos, con una pausa de 30 segundos para volver a repetirlos. Con la linterna es lo mismo tres destellos cortos, tres largos y otros tres cortos, con una pausa de 30 segundos para volver a repetirlos.

Autor: Ramón Muñoz.

Web: http://www.conmacuto.com.es/

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